Wednesday, May 11, 2005

La Cruz Negra


Leyenda de la Cruz Negra

Se relata así:
"Corría el año 1864 cuando comenzaba la historia de la Cruz Negra, levantada a más o menos veinte kilómetros de la ciudad de Tunuyán sobre la ruta 40.

Don Eugenio Bustos, propietario de campos en las hoy localidades de Eugenio Bustos y La Consulta, entre sus peones, tenía contratado a un hombre llamado Raymundo Palleres. Era hombre hábil en el manejo de caballos, pero ante todo era la persona de confianza por su lealtad y honradez.
En ese año, Eugenio Bustos le encomendó pasar a Chile para cobrar dineros que en ese país le adeudaban. Ya en posesión de los valores, emprendió el regreso, en la misma forma que había viajado de ida. Él en su mula y dos más, acollaradas de tiro.

En determinado momento presintió una emboscada, quizás porque oyó los cascos de otros caballos. Había tomado la precaución de colocar el dinero sobre las mulas de tiro. Las soltó y posiblemente les dio el latigazo de gracia, que los animales comprenden como su libertad.
Unos cuatreros chilenos, quienes lo esperaban a la vuelta de un recodo, que aún hoy hace al camino, le dieron muerte sin piedad, mientras las mulas volvieron a las casas de Eugenio Bustos. Como Palleres no volvía, comenzó el rastreo del camino sospechando una desgracia y lo encontraron sin vida en ese recodo, víctima de su deber. Allí mismo, a la vera del camino, sobre un montículo cavaron una tumba y lo enterraron. Manos cristianas hicieron una cruz y la pintaron de negro, seguramente para protegerla de las inclemencias de la naturaleza y la clavaron sobre la tumba de Palleres como esperanza de la resurrección.
Los carreteros, los viandantes, reseros y caminantes que pasaban por ese camino, se detenían en el lugar, para rogar ante la Cruz bendita y encomendarse a Cristo, para que Él los protegiera en el viaje y pudieran retornar sanos y salvos a sus hogares.
Quien más o menos, prendía una vela bendita en sufragio del alma de Raymundo Palleres. Y así a partir de ese lejano 1864 a esta parte, se fue adentrando en el alma del pueblo creyente, la devoción a la Cruz del lugar llamada así por la gente: Cruz Negra."


Al lugar asisten creyentes, turistas y curiosos (como en mi caso) de todos lados que hacen promesas, agradecen, piden y dejan cartas con sus peticiones, ofrendas o recordatorios de sus muertos que van desde mochilas, rosarios de madera, yesos, andadores, remeras, flores, matrículas de autos, ruedas de bicicleta y demás objetos.
Agradezco la colaboración de Patricia Carden, Nora Garritano, Paula Calzetta y Diego Varela por la información aportada.

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